14 enero 2007

Cuando integración social es igual a manos a la obra

En el barrio toba Los Pumitas, ubicado en la zona de Empalme Graneros (Cabal al 1400 bis) de Rosario, la esperanza tiene color de cemento, cal y arena. Un grupo de 18 integrantes de la comunidad aborigen está a punto de terminar un programa nacional de capacitación laboral en albañilería, y demuestran gran expectativa y satisfacción: una vez concluido el curso, se les otorgará una libreta como egreso que es esencial a la hora de buscar trabajo en uno de los sectores de la economía que en Rosario más mano de obra necesita. Pero a la vez, la apuesta se acrecienta ya que están construyendo la primera etapa del Centro Comunitario “Qadhuoqte” (columna o base en la lengua qom), el emprendimiento que sirvió de base para conectar una red de trabajo que incluye a una ONG de Francia y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai) (ver aparte), mientras que la capacitación está a cargo del Plan Nacional de Calificaciones del Ministerio de Trabajo de la Nación.
Del curso de formación laboral forman parte el Instituto de Estadísticas y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric), la Unión Obrera de la Construcción (Uocra), la Fundación de Educación y Capacitación de la Uocra y la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). “En total son ocho semanas de 160 horas, 4 horas por día, y tengo que destacar que la asistencia ha sido perfecta, algo que de los tantos cursos de capacitación que dictamos en todo el sur provincial, es poco común”, destacó Hermes del Rey, arquitecto de la Fundación de la Uocra, y encargado de supervisar y coordinar la capacitación. “Para la gente –explicó el coordinador– es muy importante que en el egreso se les otorgue la libreta (del Fondo de Desempleo) ya que a veces van a alguna empresa y les piden la certificación que, a veces, es eliminatoria en la puja por un empleo. Además, en esta libreta consta que han sido capacitados”.
“El entusiasmo es tremendo”, dice por su parte Oscar Talero, uno de los promotores de “Qadhuoqte”, el espacio vecinal y de rescate cultural aborigen; y se nota: a pesar del implacable sol de enero, el buen humor reina entre los albañiles tobas. Damián, de 44 años y con 11 hijos, considera que se trata de “una gran oportunidad” y cuenta que si bien tiene experiencia en el sector de construcción “la falta de la libreta” le impidió muchas veces acceder a un trabajo.
“Vine de Pampa del Indio, Chaco, por el año 91, y toda la vida trabajé allá, en el destronque, levantando alambradas... pero un día no hubo más trabajo. Ha sido difícil acá, y a pesar de que uno trabajó, tuvo que ir a cirujear. Pero los tobas no somos caídos, aprendemos y vamos para delante”, dijo el hombre.
Alberto, de 37 años, relata que desde que llegó a Rosario desde la localidad chaqueña de Juan José Castelli, nunca pudo conseguir un empleo y sobrevivió sólo gracias al cirujeo. Ahora, con más “maña” con la cuchara, espera poder trabajar en alguna obra para poder mejorar la situación familiar ya que tiene ocho hijos.
En tanto, Alejandro (28), Víctor (22) y Javier (24) son los más jóvenes. “En el Chaco, desde chico trabajé en la cosecha, en la limpieza de los campos pero ya no hay. Aquí hay mucho trabajo en negro por un tiempo corto”, reflexiona Alejandro. “Estamos agradecidos pero siempre queremos aprender más”, añade con una sonrisa Javier.
Por su parte, el coordinador de los cursos explica que “se capacita a gente con o sin experiencia y se aporta una beca de 50 pesos para la movilidad a los que asistan”.
“Es parte de un plan auditado en forma constante por el Ministerio de Trabajo, que en el sur de Santa Fe ya lleva 50 cursos que incluyen diferentes oficios relacionados a la construcción como pinturería, electricidad o yesería , entre otros”, detalló Del Rey.
“En general se detectan las necesidades y se hace el pedido al Ministerio de Trabajo. Además, se entregan en forma gratuita elementos de protección y seguridad (cascos, guantes, calzado, entre otros) para evitar accidentes ya que tenemos altos índices en este sector. En lo que se refiere a la inserción laboral en esta región es alta. Como ejemplo, en Puerto San Martín tuvimos un 95 por ciento de inserción. También a través de un convenio con el Ministerio de Educación de la provincia se emite un certificado de aptitud profesional”, destacó el arquitecto.

Proyecto a puro pulmón

“Yo le llamaría proyecto Pulmón”, dice Inés Quilici, del Inai. “Sólo hubo 16 mil pesos para la obra (del Centro Comunitario) que se rinde por etapas, un aporte de 200 pesos para los obreros y el resto se hace ad honorem. El arquitecto que realizó el proyecto, por ejemplo, viajó por sus propios medios desde Buenos Aires y aún necesitamos una mano para el final de obra de la sala de capacitación y un grupo de sanitarios”, destacó. Oscar Talero explicó que “lo ideal sería llegar al techo y a mediados de año continuar, pero falta material”. El local apunta a recuperar la salud comunitaria “a través de un espacio intermedio, ya que aunque existen centros alrededor, cuesta que la comunidad acuda a ellos, por diferencias culturales”, indicó Quilici, del Inai.

Una red en acción que hilvanó varias iniciativas

El proyecto del Centro Comunitario Qadhuoqte surgió de una iniciativa de un grupo de habitantes del barrio Los Pumitas. “A partir de 2004 nos convocamos para crear una institución de contención y aporte cultural a las familias y pibes de la comunidad, a lo que se sumaron muchas otras personas que trabajan en las escuelas y en los centros de salud barriales de la zona”, contó Oscar Talero. “Luego surgió el contacto con una ONG de Francia (La Cruz del Sur) que en julio del año pasado nos ofreció la posibilidad de mejorar este lugar, que era una casita humilde y en la que incluso estábamos de prestado”, contó el referente de Los Pumitas.
En tanto, Inés Quilici, responsable del Área de Desarrollo de Santa Fe del Inai, añadió que también se sumó a la iniciativa ya que “en la comunidad tenían mas organización que infraestructura”. “Se aportó la idea de trabajar en red en conjunto con el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (Medh) y establecer contactos con ONGs, y también empezamos a pensar en la posibilidad de incluir planes de capacitación de empleo”, añadió.
Así, después se sumó el Ministerio de Trabajo de la Nación que a través del Ieric “trata de insertar a los egresados a través de las listas de empresas que requieren trabajadores”, explicó Liliana Herrera, articuladora del programa de capacitación del Plan Nacional de Calificación. “La libreta es muy importante porque en la oferta de trabajo muchas veces es definitoria a la hora de tomar un trabajador en blanco. Además, esta libreta es de color azul, diferente de las demás que son celestes, por lo que indican que se trata de una persona que tiene una capacitación realizada, y eso distingue al trabajador con un valor agregado”, dijo Herrera. Por su parte, Hermes del Rey, de la Uocra, expuso que el tema del trabajo en negro en el sector de la construcción sigue siendo uno de los grandes problemas. “La idea es fomentar el trabajo en blanco y la exigencia del registro de los aportes. En esto la idea fundamental es establecer una relación laboral clara y evitar las subcontratistas, aunque es la parte más difícil”, destacó.

(Publicado en El Ciudadano)Fotos Enrique Galletto